La madre vive la muerte de sus dos grandes amores, la sangre derramada por esas muertes violentas, la mancha, la toma, la posee, la castiga, la modifica, la tortura como tortura el dolor de las muertes de los amores, también le sirve para contener dentro esa sangre a su hijo, protegiéndolo, encerrándolo, cuidándolo en su casa, en su tierra, en su dolor.

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La esposa teñida de sangre, la reina de la sangre, sangre del deber, del amor muerto, de la tierra, de un hijo, de lo establecido, ella gobierna un reino que no quiere ser habitado por su rey, sangre del rey, sangre del rey que ella absorbe y vuelve a sufrir sola con su reino.

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La novia, vestida de novia, vestida para ser casada, irrumpe en sus planes un amor, y ella elije el amor, escapando al ritual, a la fiesta, a la sangre a lo establecido, solo la tragedia la espera, la gota de sangre la alcanza, la mancha, la toma, la posee, la castiga, la modifica, la tortura como tortura el dolor de las muertes de los amores

 

Y ellas reinan como elegantes cisnes rojos navegando en su lago de sangre, reinando el dolor.